En
relación a este fantástico libro quisiera hacer un comentario, desde que me lo
he leído los fallos al hablar o al escribir se han convertido para mí en un
nuevo mundo de creatividad, a partir de un fallo gramatical ahora dejo volar la
imaginación y es una auténtica aventura, voy a poner un par de ejemplos que me
han dado mucho que pensar; el otro día estaba en Alcalá de Henares y unos
turistas me preguntaron si el bar estaba abierto, yo como los vi turistas pensé
en contestarles en francés pero en vez de decir que el bar estaba cerrando lo
que me salió fue que el bar estaba “ferdinando”, en ese momento se me hizo la
chispa y me vino Rodari a la cabeza por que el propone aprovechar las faltas
para pegar un salto creativo, así que me pase la noche dándole vueltas a esta
nueva palabra “ferdinando” que además me hizo reír.
Al los días
estaba en el colegio y el tutor mando este ejercicio a los niños y niñas de la
clase:
Uno de los niños vio la sandia y escribió: sandia, sandion y
santisa. Evidentemente según el libro no era la respuesta correcta, ya que me
he percatado que los libros por lo general te ofrecen respuestas tan cerradas
que apenas hay posibilidad de responder otra cosa diferente a la que ellos
proponen. Bueno en realidad creo que en los libros de texto solo hay una respuesta
correcta, y en este caso así fue, así que a este niño le dijeron que su respuesta
estaba mal, y que tenía que borrarla, sin embargo yo vi el comienzo de una
aventura fantástica. Solo había que coger los tres nombres de la familia de la sandia y dejar
volar la imaginación, pero claro un libro de texto no está preparado para ello, no da pie ni opciones para dejarte llevar, limitan la creatividad ya que solo hay una respuesta única.
Para terminar os dejo una poesía de Antonio Rubio:
Para terminar os dejo una poesía de Antonio Rubio:
HOMENAJE A RAMÓN
Un amigo, viejo amigo,
que se llamaba Ramón
jugaba a decir las cosas
de otro modo del que son.
Decía al hablar:
- La sandía es un planeta frutal...
O
- Las nueces son cerebros de nogal...
Y Ramón no estaba
ni bien ni mal,
ni tampoco regular...
Era solo que jugaba a conjugar.
Una historia preciosa en la que hay de todo: crítica, creatividad, transferencia, amor por la educación y por los niños, interés por la literatura.... ¡genial!.
ResponderEliminarTe anoto la entrada como voluntaria